Itinerario radial de ida, a pie, de Pozoblanco a Pedroche. Guillermo Fernández Calero (Nº10 DE LA REVISTA ALACENA DE NOVIEMBRE DE 2006)
Este itinerario tiene una longitud total de unos once kms., que resultan de enlazar tres tramos de otros tantos caminos; como son, en orden consecutivo de realización:
* Camino de las Zorreras
(Desde la ermita de San Antonio hasta la huerta del Alférez). unos, 2.200 mts.
* Camino de Dos Torres a Villanueva de Córdoba
(Por el santuario de la Jara)…………………………………..unos, 2.000 mts.
* Camino de los Molinos o de la Aguililla
(Por el cauce del arroyo de Santa Maria)……………………unos, 6.800 mts.
Los cinco primeros kilómetros de este trazado es susceptible transitarlos a pie, a caballo, o, en determinados vehículos rodados; así como, el ultimo kilómetro y medio; poco antes de llegar a Pedroche. Los cinco kilómetros intermedios del trayecto discurren, casi en su totalidad, por el mismo cauce del arroyo de Santa Maria, razón por la que tan solo es recomendable recorrerlos a pie.
En esta ocasión, hemos situado el lugar de salida en la actual ermita de San Antonio, situada, de momento, a las afueras de Pozoblanco; en el borde derecho de la carretera CO-143, (p. k. 14), en dirección a El Guijo. Dicha carretera fue más popularmente conocida en otro tiempo, como Cañada Real Soriana (de reconocida advocación a Santa Marta).
Desde aquí, es lógico pensar que el antiguo camino de ida a Pedroche coincidiere con el de la Real Soriana en sus primeros kilómetros; al menos, hasta el paraje de El Algarrobillo. Nosotros preferimos recomendar el inicio de la marcha por otro primer camino alternativo, el de las Zorreras, que parte del final de la explanada de la ermita, en dirección N.
Paisajes de estepa periurbana, únicamente delineados por paredes de piedra, nos conducirán, a dos mil doscientos metros de distancia del lugar de partida, hasta el cruce con el camino de Dos Torres a Villanueva de Córdoba, que tomaremos en dirección S-SE, durante un par de kilómetros más; sin abandonar, ahora, las lindes entre los términos municipales de Pozoblanco y Dos Torres.
Unos quinientos metros después de haber atravesado nuevamente la carretera CO-143, se localiza el cruce con el camino de los Molinos o de la Aguililla, que se adentra en el término municipal de Dos Torres, tomando ahora la dirección N-E.
De autentico museo yacente podríamos catalogar la prolífica densidad de vestigios abandonados a su suerte, como posee este ultimo camino de nuestro recorrido. Pues, mantiene la tónica general del típico itinerario que discurre entre paredes de piedra y/o, en menor medida, de alambre; ya sea, cresteando lomas o vadeando el arroyo El camino de los Molinos o de la Aguililla se torna sendero, en el paraje conocido como Casas de la Cantera; internándose, por una de las estribaciones que tiene, en el encinar adehesado más denso y extenso del mundo.
Poderosas muescas en importantes afloramientos graníticos, delatan la procedencia plausiblemente mas cercana de algunas del las pilas, brocales de pozo, dinteles y umbrales como salpican este camino que, ahora, en suave descenso, conduce hasta el cauce del arroyo. Lugar en el que se encuentran las ruinas del primer molino, de los cuatro, que visitaremos en esta ocasión.“Aunque son muchos los dispositivos capaces de aprovechar la energía hidráulica, el mas común es, desde luego, una rueda con palas o cangilones, que puede colocarse horizontal o verticalmente. Hasta la introducción de la turbina de agua, en el decenio de 1830, la más sencilla de las dos era la rueda hidráulica horizontal. En estos primeros molinos, el extremo inferior de un eje vertical llevaba una pequeña rueda horizontal que solo tenia palas. El extremo superior del eje se unía directamente, sin engranajes, a una piedra de molino giratoria. Esta clase de molino, fácil de construir, no generaba mas potencia que el équido de turno (menos de un caballo de vapor).
En cambio, a las ruedas hidráulicas verticales sí les correspondió un papel destacado. La rueda de alimentación inferior podía trabajar casi en cualquier cauce, siempre que hubiera suficiente flujo de agua a velocidades moderadas, pero rendía mucho mas en canales o cursos regulados. Sus prestaciones características eran de 2-3 caballos de vapor (2)”.
Así, al objeto de mantener el caudal de agua lo mas constante posible, según viniese la corriente, este sistema hidráulico -que tanto debió de contribuir al primer desarrollo de la industria harinera y textil en los Pedroches- cuenta, con una serie de canales que comunicaban entre si los molinos; asicomo, con los restos de una pequeña presa para la regulación de las aguas sobrantes precisadas para el optimo funcionamiento de dicha industria, (localizable junto al segundo molino).
Como decíamos antes, entre este molino y el tercero, se encuentran los restos de un puente romano aún en pie; originariamente construido en la Edad Media (3).
Un poco mas abajo, entre intermitentes vados propios de caminos viejos empedrados, una inscripción petroglifa de 1, 58 metros de larga, labrada sobre una mole granítica semienterrada, más o menos horizontal, invita a descifrarla.
Aunque estemos hablando aquí de caminos alternativos al asfaltado de esta parte de la Cañada Real Soriana, la principal fortaleza de este pequeño recorrido es la prolífica variedad de sus humildes yacimientos; primordiales para llegar a conocer y disfrutar mejor de nuestro común patrimonio histórico-cultural; sin olvidar que, recorrerlo andando, mejor si es en grupo, también contribuye al mantenimiento de la propia salud corporal y medio ambiental.
Motivos por los cuales, este modesto articulo, ojalá, sirviese para animar la formación de algún grupo de trabajo multidisciplinar, orientado hacia el estudio y el disfrute; así como, encargado, de la responsable conservación (y/o adecuada rehabilitación) de “nuestro” patrimonio público.
NOTAS
1. Cahíz: Medida de capacidad para áridos
Cahizada: Porción de terreno que se puede sembrar con un cahíz de semilla (Pequeño Diccionario Larousse).
2. “Raíces Medievales de la Revolución Industrial”. Terry S. Reynolds. Revista de Investigación y Ciencia”. Nº 9. Año 1984. Pág. 98
3. Según nos sugiere Juan Bautista Carpio Dueñas
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