lunes, 26 de septiembre de 2011

SOBRE EL MONUMENTO AL SOLDADO DESCONOCIDO DE POZOBLANCO

Por por José Mª Fdez. Fdez.


Cuando nos dirigimos hacia nuestra sierra por el camino de la Dehesa, en la confluencia de las carreteras que van hacia el “Cerro de las Obejuelas” y “La Canaleja”, nos encontramos con un monumento a un soldado, sin inscripción alguna, que nos sorprende a primera vista y sobre el cual más de una vez nos habremos preguntado ¿porqué está ahí?, ¿quién es su autor? y ¿qué representa?. Lo cierto es que tal monumento tiene su “pequeña-gran” historia, tanto en lo relativo a su colocación en ese lugar, como en lo que representa y en lo que está inspirado.

Acudiendo a las hemerotecas y a la consulta en Internet, podemos encontrar gran cantidad de material al respecto, el cual voy a tratar con este artículo de ordenar, intentando esclarecer los interrogantes con la información analizada de diferentes articulistas, escritores e investigadores.


 Es en Noviembre de 1.988, cuando a través de la Diputación Provincial de Córdoba, el Ministerio de Cultura hacía ofrecimiento al Ayuntamiento de Pozoblanco, para que aceptara la donación de esta escultura dedicada al “frente de Córdoba” y que aludía al “soldado desconocido y simbolizaba la unidad de los bandos contendientes y la paz”. Previamente la obra fue ofrecida al Ayuntamiento de Córdoba quién declinó esta donación, argumentando “que durante la guerra civil no hubo frente en Córdoba capital”.

Pleno Municipal, no sin controversia pues los grupos municipales del P.S.O.E. e I.U.-C.A. votaron a favor argumentando que “era positivo tener este tipo de monumentos para no volver a caer en la tragedia de una guerra civil y sería un homenaje a todos los que lucharon por sus ideales” , además de entender que era una forma de “recordar la historia para no olvidarla”. Por su parte los grupos de A.P. y del C.D.S. mostraron su rechazo en base a que “al ciudadano había que ofrecerle futuro y no recuerdos del pasado que se encontraban en los libros de historia y que con este acto podrían reabrirse viejas heridas”.

Tras la aceptación de la donación por la mayoría, se estudiaron dos posibles ubicaciones en función del tamaño de la escultura, una en el Parque Cabeza Oliva y otra en lo que sería futura zona verde del Silo.


La citada obra fue realizada por el escultor israelí YGAEL TUMARKIN, siendo la embajada de ISRAEL en ESPAÑA quién se hizo cargo de todos los gastos del proyecto y según la misma serviría “como testimonio de recuerdo y elemento de unión entre España e Israel”. El escultor donó la obra que está realizada en hierro y con una altura de 4,20 metros. Está basada en la mundialmente conocida fotografía del reportero de guerra ROBERT CAPA sobre el miliciano herido de muerte en la guerra civil.

La inspiración del escultor para la realización de la obra, le vino porque familiares y amigos judíos participaron como voluntarios en las Brigadas Internacionales en el frente de Córdoba.

Como datos complementarios del autor hemos de decir, que YGAEL TUMARKIN nació en DRESDEN (Alemania) en 1.932. Marchó a Israel en 1.935 y comenzó su formación en la aldea de artistas llamada EIN-HOD donde estudió escultura, continuándola en la escuela Técnica de TEL AVIV.

Entre los años 1.955-1961 recorrió Europa junto con BERTOL BRETH, estudiando escenografía y preparándole producciones. Recibió diversos premios de los museos de Israel, realizando exposiciones en Europa, Estados Unidos, Canadá y Japón. No sólo se dedica a la escultura, pues pinta y realiza grabados, además de dedicarse a la escenografía teatral. Ha sido calificado como “un Goya del siglo XX” por su recurrencia al tema de la guerra y sus desastres, encontrándose en la actualidad trabajos suyos repartidos por todo el mundo.
¿Quién era ROBERT CAPA?. Su nombre real era ENDRE ERNÓ FRIEDMANN, de origen judío, nació en Budapest (Hungría) el 22 de Octubre de 1.913, emigrando a Berlín en 1.932, donde comenzó su carrera fotográfica. Posteriormente y tras la llegada de Hitler al poder en 1.933, se trasladó a París impactado por el nazismo. En esta ciudad, ya en 1.935 conoce al amor de su vida, la refugiada alemana y también fotógrafa GERDA POHORYLLES, y a sugerencia de ella, adopta el nombre imaginario de ROBERT CAPA, por su parte GERDA sustituye su apellido por el nombre de un amigo japonés TARO. Es en ese año cuando viaja a España para hacer algunos reportajes a publicaciones alemanas.

Con el estallido de la Guerra Civil en Julio de 1.936, ROBERT Y GERDA deciden centrar su trabajo en la misma desde el lado republicano, estando en Barcelona y en el frente de Aragón. En Agosto se trasladan al frente de Córdoba, donde según el profesor FRANCISCO MORENO GOMEZ “es a partir de la madrugada del 5 de Septiembre de 1.936 cuando se producen los más violentos combates en Cerro Muriano”.

Allí se encontraba ROBERT CAPA, quién realiza fotografías a los milicianos anarquistas antes del combate, y desde el refugio donde divisaba la posterior batalla, parece ser pudo captar con su cámara LEICA la caída del miliciano en el momento del impacto que le causaba la muerte.

La foto se publicó por primera vez en la revista francesa “VU” el 23 de Septiembre de 1.936; el 12 de Julio de 1.937 era portada de la revista norteamericana “LIFE” que iba dedicada a las víctimas de la contienda. En Diciembre de 1.938 la revista británica “PICTURE POST” editaba un reportaje de fotos de CAPA proclamándolo “el mejor fotógrafo de guerra del mundo”.

En el verano 1.937 su novia GERDA TARO, muere aplastada por un tanque español en Brunete (quizás la primera fotógrafo que moría en combate), algo de lo que no se recobraría CAPA quién marchó de España y ya no regresaría hasta el final de la guerra, presenciando la toma de Teruel y la caída de Barcelona.

Posteriormente, participó en el desembarco de Normandía en el día “D” acompañando a las tropas aliadas. En 1.947 junto a HENRI CARTIER-BRESSON, DAVID SEYMOUR y GEORGE RODGER fundó la Agencia “MAGNUM PHOTOS”. En 1.948 grabó las primeras luchas en Palestina entre árabes e israelíes y fallecía el 25 de Mayo de 1.954 con 40 años, cuando fotografiaba unas maniobras francesas en la guerra de la independencia de Indochina, víctima de una mina antipersona. Fue amigo de Picasso, Henri Matisse, Ingrid Bergman y Ernest Hemingway a los cuales también retrató Robert Capa decía: “si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca” y también dejó escrito “No siempre es fácil permanecer al margen y no poder hacer nada más que registrar el sufrimiento que me rodea.”

¿Qué se sabe de la fotografía tomada por ROBERT CAPA?. La misma ha dado lugar a diversas investigaciones y contradicciones sobre su autenticidad, sobre el nombre de la persona captada en este trágico momento, así como sobre la hora y lugar donde se produjo.

La citada fotografía, que fue realizada en los alrededores de Cerro Muriano en 1.936, se dio a conocer al mundo como “la muerte de un miliciano” y publicada por primera vez, como ya dije anteriormente, en la revista francesa “VU” el 23-9-1.936, donde CAPA enviaba sus instantáneas y desde donde fue lanzado a la fama internacional.

La fotografía, una vez publicada dio lugar a varias versiones: de un lado, que se trataba de un montaje del fotógrafo y por otro, que el montaje lo habían realizado las propias tropas franquistas.

Fue en 1.995 cuando un estudioso de la guerra civil vecino de la ciudad alicantina de Alcoy MARIO BROTTONS JORDA, ayudado por el profesor de historia RICARD VAÑÓ, reveló que la foto correspondía al joven anarquista FEDERICO BORRELL GARCIA, apodado “Taíno”, nacido en BENILLOBA (Alicante), quién se alistó tras el 18 de Julio de 1.936 con 24 años en la “Columna de Alcoy”.
Basaron su descubrimiento en que las cartucheras y las correas que llevaba el miliciano habían sido elaboradas para la milicia por los artesanos del cuero de Alcoy. A través del hijo de Brottons se supo que su padre también se enroló en la columna de Alcoy e incluso coincidió con Federico Borrell en Cerro Muriano a principios de Septiembre de 1.936. Cuando su padre leyó la biografía de Robert Capa, realizada en 1.985 por RICHARD WHELAN y en ella habla de que la famosa fotografía fue tomada en los alrededores de Cerro Muriano el 5 de Septiembre. Afirmó que “ese día el único compañero que falleció aquella tarde fue Federico Borrell García, quién cayó defendiendo una batería de cañón a las cinco de la tarde, una hora antes de que mi padre fuera herido en una pierna y trasladado a un hospital de campaña del que se fugó”. La escena según MARIO tuvo lugar concretamente, en la “Loma de las Malagueñas” zona que visitaron BROTOMS y VAÑÓ, antes de desvelar la identidad del miliciano.

Investigaciones recientes de LUCA PAGNI (Roma), MIGUEL PASCUAL MIRA (Alcoy), PATRICIO HIDALGO (Córdoba) y ENRIQUE CLEMENTE (La Voz de Galicia- A Coruña), discrepan de que la fotografía fuera captada en el momento de la acción, asimismo de la hora y el lugar exacto donde se dijo que fue tomada y ENRIQUE CLEMENTE se pregunta si no pudo ser realizada incluso por Gerda Taro, ya que iba sin firmar. Si bien todos coinciden en la identidad del miliciano y en la fecha de su muerte, de la que existe confirmación en los archivos de Alcoy, no se ha encontrado nada en los archivos histórico-militares de Avila, Salamanca y Segovia que confirme la muerte de Federico Borrell, así como las circunstancias de la misma.

El cordobés PATRICIO HIDALGO ha identificado el lugar donde Capa captó la Fotografía como el monte “TORREÁRBOLES” y Mario Brottons reconoce como el lugar de la batalla la loma de “LAS MALAGUEÑAS”, distante unos 2 Km. del anterior. Respecto a la hora en que Robert Capa la realizó, HIDALGO estima que por la luz solar que se aprecia en la foto, podría haber sido por la mañana. MIRA e HIDALGO, llegan a decir que “quizás Federico Borrell murió dos veces el 5 de Septiembre de 1.936, la primera posando para Capa y la segunda, ironías de la vida, de verdad”.

Concluyo este artículo diciendo que el pasado 5 de Septiembre (aniversario de la muerte de TAINO), se presentó en Córdoba el documental que se grabará sobre la guerra civil, iniciándose el mismo en Cerro Muriano, y según decía su director, el alemán afincado en Almería JEAN ARNOLD, se lo ha inspirado “el simbolismo de la fotografía de Robert Capa sobre el miliciano caído”. Subvencionado por la Junta de Andalucía y con la colaboración de la Diputación Provincial Córdoba, además de otras instituciones y empresas, cuenta con un presupuesto cercano a los 250.000 Euros. Su título original será “HEROES NEVER DIE” y en español “NO OLVIDAR” y con el pretende dar una visión del conflicto, no desde grandes expertos, sino desde la visión en primera persona de los que lo padecieron.

José Mª Fdez. Fdez.

Bibliografía: Publicación Municipal “Pozoblanco” Noviembre 1.988; Diario Córdoba 1-11-98 (Antonio J. Criado Portal); 21-2-99 (Manuel Carretero) y 6-9-03 (Víctor Recuerda); Diario ABC edición de Córdoba 29-6-03 (Pablo M. Díez); The Grove Dictionary of Art (2.003-New York); La Guerra Civil en Córdoba 1.936-1.939” 2ª edición, editorial Alpuerto, Madrid, 1.986 (Francisco Moreno Gómez); La Voz de Galicia, Reportajes 23-8-03 (Enrique Clemente); Messa in Scena di un Mito, Roma 23-8-03 (Luca Pagni e Lucio Valerio Pini); Horas Robadas, Alcoy 2.000 S.L., 1.993 Alcoy: El Cid (Miguel Pascual Mira) y Patricio Hidalgo (Internet), Córdoba 6 de Julio de 2.003.

lunes, 19 de septiembre de 2011

TOROS EN LA FERIA DE POZOBLANCO DE 1892

 Aunque las fuentes documentales nos aclaran que ya en el siglo XVII en Pozoblanco se celebraban espectáculos taurinos, la localidad no contó con plaza de toros apropiada y permanente hasta 1912 cuando el propietario, concejal y gran aficionado al arte de Cúchares, don Joaquín García Gómez, en compañía de su yerno don Rafael Bueno Roldán, decidieron levantar el coso de los Llanos, obra realizada en apenas cinco meses.
 La calle Real y la Plaza Pública -actual Plaza de la Constitución- fueron durante siglos los lugares señalados para la celebración de corridas y otros eventos propios de la tauromaquia. Debido a diferentes motivos, en los últimos años del siglo XIX y durante la primera década del XX los astados fueron lidiados en el extrarradio de la población, en plazas de madera levantadas para la ocasión o bien para una corto periodo temporal, en el interior de cercones murados como el de don Antonio Gómez Plazuelo.
 Las fórmulas empleadas para la realización de corridas eran básicamente tres: la iniciativa municipal, con motivo de la celebración de un acontecimiento importante o bien formando parte de los espectáculos festivos programados por el ayuntamiento; la decisión particular de una o varias personas con suficiente capacidad económica y espíritu empresarial, que elegían las fechas que consideraban más oportunas para el negocio; y, por último, la iniciativa de un grupo de personas, casi siempre jóvenes, que de forma corporativa se erigían en organizadores e impulsores de los espectáculos por pura afición taurina bajo la etiqueta de Sociedad Taurina. Esta tercera fórmula se hizo muy popular en los años crepusculares del siglo XIX y en las grandes ciudades y capitales las sociedades taurinas fueron establecidas imitando patrones gremiales, es decir, por sectores laborales o de profesiones; en poblaciones más pequeñas, como Pozoblanco, estas agrupaciones culturales de carácter taurino tuvieron necesariamente que abrir sus puertas a aficionados de todos los oficios.
 La inicial Sociedad Taurina de Pozoblanco fue creada en 1892. Su primer objetivo fue construir una pequeña plaza de toros de madera con el fin de ofrecer espectáculos una vez llegado el buen tiempo. El 6 de junio de 1892 tuvo lugar la inauguración de festejos con una corrida de toretes que parece no dieron gusto a la concurrencia. El 24 de junio los responsables de la Sociedad, capitaneados por don Pedro Calero Hinojosa, recibieron autorización gubernativa para verificar en la tarde de ese día una corrida de novillos, dos de ellos de muerte. Y en septiembre, con motivo de la feria y fiestas de Nuestra Señora de las Mercedes, la Sociedad Taurina pozoalbense se constituyó nuevamente como empresa y organizó otros dos espectáculos taurinos.
 A continuación transcribimos la crónica de la primera corrida de feria de 1892 firmada por el crítico taurino S. Méndez y aparecida en la prensa de la capital cordobesa:


Toros en Pozoblanco. Festividad de la Feria. EL CARTEL

Con objeto de solemnizar dicha festividad, la Empresa de esta localidad no ha omitido gasto alguno haciendo cuantos sacrificios y esfuerzos están a su alcance, para presentar a este inteligente público dos magníficas corridas de novillos en las tardes del 25 y 26 de Septiembre de 1892, contratando al efecto al notable diestro cordobés José Rodríguez, Bebe-chico, que tantos y tan merecidos aplausos recibe en cuentas plazas trabaja, y adquiriendo los toros de la acreditada ganadería de doña María Josefa Fernández, viuda de Barrionuevo (de Córdoba) y de don Bartolomé Ayllón (de Villanueva de Córdoba).
 En cada una de las tardes citadas se lidiarán y estoquearán cuatro novillos, tres de la ganadería de doña María Josefa Fernández, viuda de Barrionuevo, de cuatro años y desecho de tienta y cerrado, y uno de tres años de la de don Bartolomé Ayllón, por la siguiente cuadrilla:
Espada.- José Rodríguez, Bebe-chico.- Sobresaliente de espada con obligación de matar el último novillo, Rafael Martínez, Cerrajillas.- Picadores.- Juan Moreno, Juanerito.- Manuel Habas, Zurito.- Ricardo Moreno, Onofre, todos de Córdoba.- Banderilleros.- Francisco González, Pataterillo, de Córdoba.- Luis Raura, de Málaga.- Rafael Martínez, Cerrajillas, de Córdoba.- Fernando Díaz, Mancheguito, de ídem.- Uno de estos dará la puntilla.
 CRÓNICA

Que llueva, que sí, que no,
que caiga un chaparrón.

Este era el estribillo que de boca en boca circulaba en la tarde del domingo acompañado de melancólicas miradas que al cielo dirigían aquellos que tenían en las nubes.Su esperanza taurina navegando por el piélago inmenso del vacío.
Pero al fin no llovió; palabra santa que llenaba de regocijo los arrugados corazones y de sonrisas de satisfacción los semblantes de estos verdaderos aficionados al arte nacional.
Y unos a pié y otros andando, a la plaza que fuimos y nuestros asientos que ocupamos, esperando impacientes la deseada aparición del pañuelo de don Julián Arroyo, presidente de aquella fiesta y cuyo lienzo vio la luz pública en medio de prolongados aplausos.
Y allá que te va don Salvador Marín, profesor de equitación, caballero en su yegua pinturera, a pedir la llave del chiquero o la del cuarto de los chicos, esto es lo que yo no he podido aclarar.
Pisó el ruedo el Bebe y su cuadrilla, hubo sus palmas y palmitos,
Y tremola en el palco el mocaor y héte aquí ya en la plaza a Volaor.
Así se llamaba el primero, que era colorao y con el número 17 de la contabilidad taurómaca de la señora viuda.
Bonito él, vivo él y creciéndose en el primer tercio, dio su mijita de gusto con la gente de aúpa, tomando dos varas del Onofre a cambio del corcel, otra del Zurito por el mismo precio, y dos de Juanerito con sus correspondientes batacazos.
A los quites el Bebe, superior.
Cambia la decoración y deja Cerrajillas un buen par al cuarteo, medio el Malagueño del mismo patrón, otro medio Cerrajillas y uno superiorísimo el de Málaga en los mismos rubiales.
Y coge el aparejo el Bebe-chico, saluda muy cortés al presidente y despliega del toro en el hocico.
Tres naturales, dos de pecho, uno en redondo y uno de telón para marcar un pinchazo en hueso, que no resultó una magnífica estocada por quedársele el toro. Otro pase de pecho, cuatro naturales y otro pinchazo por la misma causa, y por fin una media baja que cortóle las alas al pobre Volaor. El puntillero a la primera de cambio.
Jilguerito, del mismo pelo que el anterior, ojo perdiz y número 35, fue el segundo, que resultó más blando que su difunto antecesor, y tomó una vara muy buena de Onofre y seis consecutivas del Zurito que le valieron palmas. Otra vez el Onofre para perder el jaco y otro de Juanerito que sale de la suerte entregándole ingrato un penco más a la guadaña impía de la muerte.
Cogen los palos Pataterillo y el Manchego para dejar un par el primero, medio el segundo, otro desigual el Patatero y uno más que mejor el Mancheguito.Y en busca de los rubios del Jilguerito con paso firme y lento va el Bebe-chico.
Un muestrario de pases todos buenos, otro muestrario de pinchazos, un desarme y una media buena, desplumaron a Jilguerito para más no cantar en jaula de oro, y fue lo que dio fin del pobre toro.
Tres picos le llamaban al tercero, negro como la endrina pero chico también como una hormiga.
Tomó por compromiso cuatro puyazos sin consecuencias fatales, y pasó a manos de Cerrajilla y Mancheguito, dejando cada uno dos pares al cuarteo, arrancándose corto y saliendo bien.
Emplea el Bebe una buena brega, pues con la muleta lo sabe hacer el hombre, y de media a un tiempo y otra como pudo, se echó el animal, para que jugara un poquito el Bebe auténtico, que ya es hora que digamos que dirigió la lidia con tanto conocimiento como afición.
 Cerró plaza Muñeco, un bonito novillo de la ganadería de D. Bartolomé Ayllón, pero que las pocas condiciones de aquel juguetillo lo hizo descortés con los tumbones, pues apenas dignóse saludarlos.
Pataterillo y Malagueño le adornaron el morrillo, dejándole buenos y pares y madera en abundancia.
Cogió Cerrajilla los trastes, dio las buenas tardes al presidente y más ligero que el mismísimo viento, se lió con dos de pecho, cuatro naturales y dos en redondo, para dar un pinchazo, un mete y saca, uno hasta la mano, baja, y muchísimos puntapiés, hasta que al fin rompió el pobre Muñeco.
Porque el Sr. Cerraja es muy nervioso y vivo y en lugar de llamarle Cerrajilla
mejor debieran de llamarlo ardilla.

RESÚMEN
El ganado, regular el primero y el segundo; los restantes bajaban de medianos.
El Bebe-chico en quites superior, muy bueno con la muleta y desgraciado en la suerte de sus toros, aunque yo creo que alguna culpa tuvo él, que debió ceñirse más y tirarse más en corto al ver que los toros nada le ayudaban.
Los niños todos buenos y trabajando mucho.
De los jinetes Zurito.
La presidencia acertada.
La entrada dos tercios de plaza, y el tercio que faltaba no iría sin duda por falta… de paraguas.
Y yo me despido hasta mañana, no sin dar antes las gracias a la Sociedad Taurina que ha sabido proporcionarnos el gusto de ver en Pozoblanco al Bebe-chico, quizá a costa de… qué sé yo, pues digo como dicen en esta tierra.
- Es ganita.

José Luis González Peralbo

lunes, 12 de septiembre de 2011

PROMESA CUMPLIDA



Demostrando un delicado tacto junto a un exquisito gusto, el Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Pozoblanco, a cuyos responsables agradecemos su colaboración en este articulo, ha ejecutado la rehabilitación de la caseta del tren, situada en la salida de la carretera a Pedroche.
  Buscando una adecuación al uso que en su día tuvo esta caseta, se ha procedido al desmontaje de la cubierta, volviendo a reconstruirla reutilizando los materiales originales que se han podido aprovechar y en su caso utilizando otros, procedentes de edificaciones próximas y construidas en el mismo periodo de tiempo.
  Significativo es el caso de las tejas reutilizadas pues todas ellas proceden de alfares que en otra época funcionaron en nuestro pueblo, y que se pueden identificar por las características que las definen: teja canal muy ancha y plana y la cobija con curva muy cerrada.
  Se han respetado las características constructivas del edificio original, edificado según los gustos de la arquitectura francesa, pues no olvidemos que estas casetas fueron construidas bajo las directrices de los ingenieros de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, quienes importaron sus gustos, maneras y hábitos. Si bien el material utilizado en sus construcciones era totalmente autóctono.
  Así, podemos comprobar como las vigas maestras que sostienen la cubierta se disponen de manera contraria a la tipología de la zona y todas ellas, tanto las longitudinales como las transversales, vuelan sobre los muros del edificio y forman poderosos aleros, característica que la diferencia completamente de las edificaciones locales

  Por lo demás se han recuperado los huecos originales, rescatando la carpintería y también otros elementos característicos del edificio, así mismo se han mantenido los colores de los paramentos acordes con los usados originalmente.
  En cuanto al aislamiento, se ha evitado el empleo de materiales modernos para evitar la distorsión de los volúmenes entre alero y tejado.
  Ahora solo queda esperar a que su regularización contenida en la modificación de las normas subsidiarias, actualmente en tramite, permita asignar un uso a esta caseta que, además de contener una pequeña exposición con datos e información sobre el significado y sentido de la línea férrea a su paso por Pozoblanco, podría ser el de destinarla simultáneamente a taquilla expendedora de billetes del tren de alta velocidad que al parecer próximamente tendrá parada en Los Pedroches.
PORTADA DEL Nº 24 DE NUESTRA REVISTA  ALACENA QUE PUEDES DESCARGAR AQUÍ

lunes, 5 de septiembre de 2011

Camino de los molinos

SEMBLANZAS DEL CAMINO DE LOS MOLINOS
Itinerario radial de ida, a pie, de Pozoblanco a Pedroche. Guillermo Fernández Calero (Nº10 DE LA REVISTA ALACENA DE NOVIEMBRE DE 2006)


Este itinerario tiene una longitud total de unos once kms., que resultan de enlazar tres tramos de otros tantos caminos; como son, en orden consecutivo de realización:

* Camino de las Zorreras
(Desde la ermita de San Antonio hasta la huerta del Alférez). unos, 2.200 mts.
* Camino de Dos Torres a Villanueva de Córdoba
(Por el santuario de la Jara)…………………………………..unos, 2.000 mts.
* Camino de los Molinos o de la Aguililla
(Por el cauce del arroyo de Santa Maria)……………………unos, 6.800 mts.

Los cinco primeros kilómetros de este trazado es susceptible transitarlos a pie, a caballo, o, en determinados vehículos rodados; así como, el ultimo kilómetro y medio; poco antes de llegar a Pedroche. Los cinco kilómetros intermedios del trayecto discurren, casi en su totalidad, por el mismo cauce del arroyo de Santa Maria, razón por la que tan solo es recomendable recorrerlos a pie.



En esta ocasión, hemos situado el lugar de salida en la actual ermita de San Antonio, situada, de momento, a las afueras de Pozoblanco; en el borde derecho de la carretera CO-143, (p. k. 14), en dirección a El Guijo. Dicha carretera fue más popularmente conocida en otro tiempo, como Cañada Real Soriana (de reconocida advocación a Santa Marta).
Desde aquí, es lógico pensar que el antiguo camino de ida a Pedroche coincidiere con el de la Real Soriana en sus primeros kilómetros; al menos, hasta el paraje de El Algarrobillo.
Nosotros preferimos recomendar el inicio de la marcha por otro primer camino alternativo, el de las Zorreras, que parte del final de la explanada de la ermita, en dirección N.
Paisajes de estepa periurbana, únicamente delineados por paredes de piedra, nos conducirán, a dos mil doscientos metros de distancia del lugar de partida, hasta el cruce con el camino de Dos Torres a Villanueva de Córdoba, que tomaremos en dirección S-SE, durante un par de kilómetros más; sin abandonar, ahora, las lindes entre los términos municipales de Pozoblanco y Dos Torres.


Unos quinientos metros después de haber atravesado nuevamente la carretera CO-143, se localiza el cruce con el camino de los Molinos o de la Aguililla, que se adentra en el término municipal de Dos Torres, tomando ahora la dirección N-E.
De autentico museo yacente podríamos catalogar la prolífica densidad de vestigios abandonados a su suerte, como posee este ultimo camino de nuestro recorrido. Pues, mantiene la tónica general del típico itinerario que discurre entre paredes de piedra y/o, en menor medida, de alambre; ya sea, cresteando lomas o vadeando el arroyo


El camino de los Molinos o de la Aguililla se torna sendero, en el paraje conocido como Casas de la Cantera; internándose, por una de las estribaciones que tiene, en el encinar adehesado más denso y extenso del mundo.
Poderosas muescas en importantes afloramientos graníticos, delatan la procedencia plausiblemente mas cercana de algunas del las pilas, brocales de pozo, dinteles y umbrales como salpican este camino que, ahora, en suave descenso, conduce hasta el cauce del arroyo. Lugar en el que se encuentran las ruinas del primer molino, de los cuatro, que visitaremos en esta ocasión.


Su entorno es el del cauce del arroyo de Santa Maria, compartiendo su localización, a lo largo de unos tres kilómetros, repartidos por ambas orillas. La margen izquierda de este arroyo pertenece a Dos Torres, y, cuenta con tres molinos construidos a base de piedras de granito, en el paraje conocido como Los Cahíces (1) . El único molino de “dos tiempos” existente, se halla en el paraje de la Aguililla, pertenece a Pedroche y, está situado en la orilla derecha, aguas abajo, próximo al denominado puente romano, del que hablaremos más adelante.
“Aunque son muchos los dispositivos capaces de aprovechar la energía hidráulica, el mas común es, desde luego, una rueda con palas o cangilones, que puede colocarse horizontal o verticalmente. Hasta la introducción de la turbina de agua, en el decenio de 1830, la más sencilla de las dos era la rueda hidráulica horizontal. En estos primeros molinos, el extremo inferior de un eje vertical llevaba una pequeña rueda horizontal que solo tenia palas. El extremo superior del eje se unía directamente, sin engranajes, a una piedra de molino giratoria. Esta clase de molino, fácil de construir, no generaba mas potencia que el équido de turno (menos de un caballo de vapor).
En cambio, a las ruedas hidráulicas verticales sí les correspondió un papel destacado. La rueda de alimentación inferior podía trabajar casi en cualquier cauce, siempre que hubiera suficiente flujo de agua a velocidades moderadas, pero rendía mucho mas en canales o cursos regulados. Sus prestaciones características eran de 2-3 caballos de vapor (2)”.
Así, al objeto de mantener el caudal de agua lo mas constante posible, según viniese la corriente, este sistema hidráulico -que tanto debió de contribuir al primer desarrollo de la industria harinera y textil en los Pedroches- cuenta, con una serie de canales que comunicaban entre si los molinos; asicomo, con los restos de una pequeña presa para la regulación de las aguas sobrantes precisadas para el optimo funcionamiento de dicha industria, (localizable junto al segundo molino).
Como decíamos antes, entre este molino y el tercero, se encuentran los restos de un puente romano aún en pie; originariamente construido en la Edad Media (3).

Un poco mas abajo, entre intermitentes vados propios de caminos viejos empedrados, una inscripción petroglifa de 1, 58 metros de larga, labrada sobre una mole granítica semienterrada, más o menos horizontal, invita a descifrarla.


Continuando nuestra marcha, cauce abajo, después de una larga curva del arroyo hacia su margen derecha, justo en la confluencia del arroyo del Muerto, el camino de los Molinos o de la Aguililla vuelve a separarse del arroyo de Santa Maria por su margen derecha, un kilómetro y medio antes de llegar a Pedroche.

Aunque estemos hablando aquí de caminos alternativos al asfaltado de esta parte de la Cañada Real Soriana, la principal fortaleza de este pequeño recorrido es la prolífica variedad de sus humildes yacimientos; primordiales para llegar a conocer y disfrutar mejor de nuestro común patrimonio histórico-cultural; sin olvidar que, recorrerlo andando, mejor si es en grupo, también contribuye al mantenimiento de la propia salud corporal y medio ambiental.

Motivos por los cuales, este modesto articulo, ojalá, sirviese para animar la formación de algún grupo de trabajo multidisciplinar, orientado hacia el estudio y el disfrute; así como, encargado, de la responsable conservación (y/o adecuada rehabilitación) de “nuestro” patrimonio público.


NOTAS
1. Cahíz: Medida de capacidad para áridos
Cahizada: Porción de terreno que se puede sembrar con un cahíz de semilla (Pequeño Diccionario Larousse).
2. “Raíces Medievales de la Revolución Industrial”. Terry S. Reynolds. Revista de Investigación y Ciencia”. Nº 9. Año 1984. Pág. 98
3. Según nos sugiere Juan Bautista Carpio Dueñas


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