lunes, 3 de octubre de 2011

EDIFICIOS SINGULARES DE POZOBLANCO


 En la trama urbana de Pozoblanco y a través de nuestro recorrido encontramos una serie de edificios que revisten un cierto interés arquitectónico y estético, más por sus fachadas que por sus interiores, aunque algunos de ellos también rompen, en su espacio interior, la estructura de vivienda tradicional de la Comarca de Los Pedroches.
  Estamos ante un conjunto de edificios cuya adscripción estilística oscila entre los límites de la arquitectura historicista y ecléctica de finales del siglo XIX y el modernismo popular y local de las primeras décadas del siglo XX. El carácter poliestético del arte entre los dos siglos, la convivencia de las más diversas corrientes estéticas, refleja la denominada crisis del estilo único, que, tras la prolongada hegemonía del estilo neoclásico, podemos detectar en esta serie de obras, marcadas además por un indudable carácter local, rural frente al purismo propio de la vertiente oficial de cada estilo, fácil de observar en el ámbito metropolitano.Marcada por esta diversidad estilística, la arquitectura andaluza conoce un desarrollo del historicismo de raíz islámica y derivada de la estética renacentista. A ello se le suma la aparición de nuevos materiales que, como el hierro, propician una arquitectura ecléctica que poco a poco se va consolidando. Así, en algunos edificios, termina imperando un clasicismo más o menos historicista y la aparición del regionalismo.
De modo más o menos explícito y compartiendo espacio fundamentalmente en las fachadas, siendo éstas un reflejo de la estructura social, se pueden apreciar las siguientes corrientes arquitectónicas:
La arquitectura que adopta nuevos materiales, como el hierro, el hormigón y el vidrio: podemos observarla en los paneles de rejería de ventanas y balcones y, sobre todo, en los característicos miradores del primer piso en el centro de la fachada (esta nueva forma de balcón es una aportación exclusiva de la arquitectura burguesa finisecular), aunque, a veces, también está presente en la estructura interna de cada edificio. En el aspecto decorativo, los motivos predominantes son más bien de naturaleza modernista, como comentaremos más abajo.
El historicismo ecléctico, manifiesto en multitud de recursos, tales como el almohadillado de reminiscencias renacentistas y neoclásicas en algunas de las fachadas, el empleo de otros elementos clasicistas como pilastras, molduras, ménsulas y arcos de medio punto, la presencia de arcadas, ventanas y motivos decorativos más o menos medievalistas (neorrománicos), etc.
En todos los casos se trata de un uso deliberadamente incoherente de cada elemento citado, ya que la arquitectura ecléctica propone precisamente una síntesis libre —el estilo de estilos— de las principales corrientes de la historia, tomándola como un mero recetario de revivals con los que poder configurar las nuevas tipologías arquitectónicas que el urbanismo burgués, símbolo del progreso de la época, exige: bancos, bibliotecas y otros edificios públicos, pero también viviendas privadas como forma de ostentación.
El resultado es la creación de una arquitectura puramente escenográfica, donde importa más el efecto global que la correspondencia entre elemento concreto y corriente artística global; de ahí que el empleo de estos recursos sea sobre todo ornamental, y no estructural.
El tercer componente es el modernista, aunque entendiéndolo más en su vertiente regional o rural que en la oficial, ya se limita al uso de ciertas molduras que ornamentan los arcos, algunos motivos curvilíneos de las rejerías o determinadas azulejerías en las cubiertas. Dichos elementos reflejan, si bien someramente, la influencia de la ornamentación curvilínea, dinámica y orgánica del modernismo franco-belga y catalán.
 Pongamos algunos ejemplos concretos.

La calle Cronista Sepúlveda era conocida como plaza de la Alhóndiga, y en ella se ubicaba el edificio de la Posada, con idéntica estructura que la famosa posada del Potro que se conserva aún en Córdoba capital y que, como tantos otros edificios de Pozoblanco, ha dado paso a edificaciones más modernas y funcionales.
En esta plaza, hacia 1717, ocupaba su lugar el cuartel de la Santa Hermandad, concretamente en la esquina en la que se sitúa hoy la empresa Industrias Pecuarias y que hace esquina con la calle Feria. En sus paredes estaba pintada la enseña de esta institución, esto es una gran cruz de color verde, por lo que el lugar era conocido como la Cruz Verde. El edificio que podemos ver hoy en día lo mandó construir en 1906 don Federico López como Casa-Palacio para residencia familiar, fue edificado con aires nuevos de suntuosidad, pero a base de muros sólidos de aguja y codal al uso tradicional
Calle Real

Tenemos en esta calle varios edificios de bella factura, y así, en la esquina de la calle Guillermo Vizcaíno, localizamos una agradable fachada de estilo modernista, con vanos muy decorados, construida hacia el año 1910, que constituye un testimonio del desarrollo, muy limitado por otro lado, de este estilo arquitectónico en algunos núcleos de la sierra de Córdoba.
Al fondo de la calle, haciendo chaflán con las calles Andrés Peralbo y Ricardo Delgado, divisamos un edificio de airosa figura, conocido por los lugareños como el Siglo XX, ya que en su tiempo alojó unos almacenes llamados con este nombre. Con anterioridad fue sede del famoso café Colon, según se desprende de la escritura de compraventa por D. Antonio Aparicio Gómez en 1919.


Calle Fernández Franco

Y frontera a la esquina con la calle Virgen de la Salud, veremos una fachada interesante por los elementos que la adornan: dintel fajado con ménsulas, balcón cerrado y zócalo almohadillado. Esta casa presenta un claro ejemplo de la arquitectura preferida por la burguesía acomodada y residente en Pozoblanco a principios del siglo XX.


Enfrente del edificio anterior podemos ver un magnifico ejemplo, por su simpleza y autenticidad, de casa señorial mucho más antigua.

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