jueves, 12 de abril de 2012

El cuento de la boda accidentada

Esta narración fue publicada en la revista de feria del año 1944


       A la salida del Sol fue descubierto un robo en la Iglesia de Santa Rita de un pintoresco pueblo Vizcaíno, situado en las inmediaciones de San Sebastián, habiendo desaparecido un precioso San Rafael y un artístico Cristo y destrozada la imagen de San Antonio.

Para efectuar el robo, los ladrones saltaron la tapia del huerto y trepando por una Higuera entraron por una ventana de la Sacristía.



          Aquella mañana acudieron a la misma parroquia Juan Torrico y Concepción de Gutiérrez, sencillos y Llanos paletos del lugar, que iban a contraer matrimonio, y sorprendidos por el suceso, ante el temor de que se les creyera culpables escaparon en un mulo Romo. Su preocupación fue tanta, que suponían que la guardia, abandonando su Cuartelejo, iba en su persecución. Tomaron la Carretera de la Estación, cruzaron la Avenida, y se internaron en lo más escabroso  de la sierra, recorriendo, para no ser vistos, una Encrucijada y una abrupta Ramblilla, constituyendo para ellos un Calvario tal viaje. Después de muchas horas de caminar, se ocultaron en un Barranco que la sed les hizo abandonar, hallaron una Fuente donde beber, y subiendo una Costanilla divisaron una aldeita compuesta por un Barrio Alto y otro Barrio Bajo donde existía un ruinoso Molino de Viento y un artístico Pilar que vertía aguas por hermosas Canalejas.


           Decidieron descansar y llevaron el mulo a los Herradores para herrarlo, pues había perdido en el Paseo la Herradura. Vivía allí, cerca de un Peñascal, un religioso amigo del Padre Tarin, con cara de Jesús, que tenia aspecto de Cronista, y fueron a visitarle. El novio que era muy Franco, le contó lo ocurrido aquella mañana, y el representante del Obispo rió la inocencia de aquellos infelices, les devolvió la tranquilidad, y se dispuso a casarlos. Juntos subieron después de Medio Día a una vieja ermita donde se venera la imagen de Santa Ana para ligarlos con las Cadenas matrimoniales. Al toque de campanas, acudieron los escasos vecinos, que, enterados del acontecimiento, se mostraron solícitos en ayuda de los novios; las muchachas entregaron a la novia, que parecía un Ángel, un ramo de las más lindas flores de la Rivera; Doña Ursula, una vieja ricachona, más mística que Santa Catalina, y un Nieto suyo llamado Bautista que tenia aire de Generalísimo, fueron los padrinos. Terminada la ceremonia, se dispuso un baile en honor de los desposados, debiendo celebrarse en un amplio Egido, pero como había llovido mucho los días anteriores, se desbordó un Arroyo y se hicieron tales Lagunas, que los  concurrentes hubieron de ocupar una calle Nueva y Empedrada. Los Herreros y algunos Alfareros que abandonaron el Tejar, fueron los encargados de divertir a la gente moza, en tanto que el novio, Garrido, obsequió con vino a los mozos que bebieron a su salud echando todos una Ronda, divirtiéndose, al fin  como un día de Feria.
           Por los padrinos se dispuso una cena en un Mesón que había en un Callejón Ancho, al que llamaban mesón de “El Chaparrillo”. Complacido y sonriente esperaba a la puerta el mesonero, ansioso como un León, pues tenia la manga muy Ancha, y se maravillaba del Fomento que iba tomando su casa. Preparó los mejores manjares y cogiendo agua de una Cañada que había detrás de un Cerro, bautizó el vino que después sirvió a los comensales perdiendo el rico licor su precioso Tinte.
           Al siguiente día, haciendo Castillejos en el aire, retornaban a sus lares Juan y Concepción, recorriendo de nuevo peligrosos Risquillos. Al llegar a su casa sintiose la joven esposa algo indispuesta por las incidencias del viaje; avisaron al Doctor Rodríguez que les visito a su Costa, pues no les cobró ni un Real por la consulta.


           Por los policías Pedrajas y Sepúlveda fueron detenidos los verdaderos autores del robo, hallándose estos en Prisión, y ya tranquilos y felices, se fueron a vivir a una Villa Nueva de Córdoba, empleados en la Portería del Ayuntamiento.
Pozoblanco, septiembre de 1944

R.A.C.

Nota:- Ha sido intención del autor del presente cuento, nombrar en el mismo las calles de la población. (Sic)

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