LA FERIA DE “EL PASMO”
La feria de 1918 había
dejado un amargo sabor de boca en un año recordado como nefasto en demasiados
aspectos. Pero los pozoalbenses nunca han perdido la ilusión y las ganas de
mejorar y los festejos organizados en honor de Nuestra Señora de las Mercedes
para 1919 son muestra elocuente de esos deseos de avanzar siempre. Y ello a
pesar de que la situación política y económica del país era crítica y las
dificultades también se hacían notar de forma dramática en nuestra localidad.
No obstante, cuando llegaba
la última semana de septiembre el pulso vital de la población bullía y las
penas pasaban a un segundo plano. Era tiempo de feria, la considerada mejor
feria y espejo donde se miraba toda la comarca, y tocaba disfrutar y divertirse
por encima de cualquier adversidad.
LA FERIA
El Diario de Córdoba anunciaba, en su edición del día 23 de
septiembre, el programa de la feria a celebrar en Pozoblanco.
Día 24: Solemne función religiosa a la Virgen de las Mercedes en la
parroquia de Santa Catalina, con asistencia del Ayuntamiento. Reparto de una
considerable y extraordinaria limosna de pan a los pobres de esta población.
Inauguración del mercado de ganados en el Real de la Feria.
JUAN BELMONTE RETRATO DE 1919
Día 25: Por la mañana, diana
por la Banda Municipal. Por la tarde y noche, grandes conciertos en el Paseo de
los Llanos. Por la noche, cinematógrafo público.
Día 26: Dianas y conciertos.
Extraordinaria corrida de cuatro hermosos y bravos toros de la ganadería de don
J. González Nandín, vecino de Sevilla, lidiados por el fenómeno y colosal Juan
Belmonte y el sobresaliente espada Rafael Toboso, de Sevilla.
Día 27: Cinematógrafo público en la
calle Real.
Día 28: Cucañas
en el Real de la Feria con numerosos premios.
Todas las noches, circos y funciones de teatro en
el Real de la Feria, Pósito y Teatro Principal. Brillantes iluminaciones
eléctricas. Grandes bailes de sociedad. Trenes especiales.
FOTO PANORÁMICA DE LOS LLANOS
Por su parte, El Cronista del Valle, en su edición del
día 27 de septiembre, acoge una amplia crónica de lo acontecido durante una
feria que está aún en plena celebración. Aunque intenta desacreditar la labor desarrollada
por la corporación municipal, la impresión que queda al lector es francamente
positiva.
“Nos hallamos rodeados del
bullicio y entusiasmo que por nuestras hermosas calles proporciona el enorme
contingente de transitantes, ávidos de fiestas y regocijo.
Nos duele que nuestros
representantes en el Ayuntamiento y asesores no se hayan preocupado ni de
nombrar siquiera una comisión de festejos que hubiera organizado, como era su
deber, algunos, para solaz y esparcimiento de estos vecinos y no hubiera oscurecido
la fama que ya de antiguo goza nuestra incomparable feria ante sus innumerables
visitantes.
Aun habiendo menos puestos
de juguetes, dulces, rifas, buñolerías, etc., que otros años, el mercado de
ganados ha aumentado considerablemente. Ayer, tercer día de feria, hubo para la
venta más de 12.000 caballerías. En el ganado de cerda han entrado 11.500
cabezas que se han vendido hasta el día de hoy más de la mitad, a precio de
siete a ocho duros la arroba. El lanar también ha estado muy solicitado y hecho
ventas a precios elevados, las borregas a 25 pesetas, las viejas de deshecho a
30 y 35 y las primales y cuatreñas desde 40 hasta 55 pesetas.
El único festejo que hemos
presenciado fue el cinematógrafo público en la noche del 25 en la espaciosa
calle Real, que estuvo bastante deficiente y fue presenciado por más de tres
mil personas de todas clases, predominando el elemento joven y bello, que fue
desfilando antes de concluirse la sesión.
Los teatros y circos cuentan
con numerosos llenos de personas por funciones representadas.
El mercado de subsistencias
lo hemos visto rebosante de frutas, carne, aves, caza, hortaliza y otras muchas
especies en abundancia, como jamás recordamos, todo a precios inverosímiles y
agotados rápidamente.
Los dos últimos días se
efectuaron muchísimas transacciones de ganado caballar y mular a elevados
precios. No ha habido que lamentar incidente grave alguno, salvo algunas
actuaciones de poca cuantía de los rateros y 2000 pesetas que volaron del
bolsillo de un forastero a la salida de la corrida de todos.
Las cucañas estuvieron muy
divertidas, haciendo las delicias del numeroso público que las presenció.
El cinematógrafo en las
noches del 27 y 28 estuvo concurridísimo a pesar del intensísimo frío que se
dejaba sentir, proyectándose películas de poco mérito que no consiguieron
satisfacer al público”.
El Cronista del Valle
calcula en 5000 o 6000 las personas de los pueblos vecinos que habían visitado
la feria.
BELMONTE POR ZULOAGA
BELMONTE
Pero la auténtica sensación
de la feria de 1919 fue, sin duda alguna, la presencia de Juan Belmonte en la
corrida del viernes día 26. Conocida la noticia desde agosto, el fenómeno del toreo produjo el
entusiasmo de los aficionados y una enorme expectación. La corrida era el
broche de oro a una de las temporadas más completas en festejos taurinos desde
la inauguración de la plaza. Como preámbulo, hubo hasta cuatro novilladas entre
los meses de junio a agosto.
No era la primera vez que Belmonte toreaba en la plaza de Pozoblanco. Lo
había hecho como novillero en mayo de 1913 junto a Serranito de Córdoba, con
ganado de López Plata. Contaba ya con una enorme popularidad y los críticos
taurinos se referían a él como “el niño
prodigio de los tres olés y un ay” por la finura y la cantidad de veces que
resultaba cogido. Unos meses después de torear en Pozoblanco, tomó la
alternativa en Madrid con Machaquito como padrino y Rafael el Gallo de testigo.
La influencia del toreo de
Juan Belmonte fue extraordinaria, era un gran dominador de la lidia, toreando
siempre muy cerca del astado, con gran plasticidad y temple.Se le considera el
creador de la tauromaquia moderna. Fue un revolucionario que transformó por
completo la forma de entender la lidia, una forma que hasta entonces quedaba
resumida en la famosa frase de Lagartijo: “Que
viene el toro, se quita usted. Que no se quita usted, le quita el toro”.
Belmonte, de físico poco
agraciado y con escasas facultades atléticas, mantuvo con Joselito, su antítesis, una gran amistad y una rivalidad que cambió la
historia del toreo.
No sólo era una figura del
toreo, también fue un hombre muy influyente entre el público y entre los intelectuales.
Autodidacta y gran lector, entabló una profunda amistad con artistas y
escritores como Zuloaga, Julio Antonio, Romero de Torres, Ramón del
Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Enrique de Mesa, Sebastián Miranda y otros, con
los que participaba en la tertulia del café Fornos de Madrid. Con Valle-Inclán
tuvo lugar aquella famosa anécdota: “Juan,
es usted sensacional. Para ser perfecto no le falta más que morir en el ruedo”,
a lo que contestó Belmonte “se hará lo
que se pueda, don Ramón”. Ha sido Belmonte el torero más literario junto a
Ignacio Sánchez Mejías, precisamente el maestro que protagonizó la feria pozoalbense
del siguiente año, la de 1920.
De la expectación que Belmonte despertaba es buena pruebael siguiente texto
de la biografía del torero escrita por el famoso periodista y escritor Chaves
Nogales:
“Era tal la curiosidad que había en
España por verme torear, que durante una semana toreé cada día en una plaza
distinta. Comencé en Alicante, donde no pude matar ningún toro, porque el
primero me cogió al dar un pase y me lesionó. No obstante, seguí toreando todos
los días de la semana; el martes, en Écija; el miércoles, en Huelva; el jueves,
en Sevilla; el viernes, en Cartagena; el sábado, en Osuna, y el domingo en
Badajoz. A Badajoz no podía materialmente ir. Mi apoderado telegrafió diciendo
que estaba enfermo; pero aquella madrugada fueron a buscarle unos agentes de
policía que le llevaron a presencia del gobernador civil de Sevilla, quien le
comunicó que el gobernador de Badajoz telegrafiaba diciendo que era
indispensable que a todo trance fuese Juan Belmonte a torear, pues en caso
contrario temía una grave perturbación. La ciudad estaba invadida por millares
de forasteros, llegados de toda Extremadura y de Portugal, que amenazaban con
un serio conflicto de orden público si yo no toreaba. Tuve que ir a la fuerza… Aquella
cadena de compromisos era inacabable. Porque si había toreado el domingo en
Badajoz, ¿cómo dejaba de torear el lunes en Pozoblanco?”.
Este es el torero que se
presenta en Pozoblanco al final de una temporada donde batirá el récord
absoluto hasta entonces de corridas de un diestro, 109 festejos y 234 toros
estoqueados.
EL DÍA DE “EL PASMO”
Debido quizá a que todo el
mundo ansiaba la aparición del “Pasmo de Triana”, el tiempo no acompañó durante
la feria; se presentó adverso y desapacible, con amenaza de lluvia y un frío
impropio para las fechas.
El empresario de la plaza,
Andrés Muñoz Escribano, había contratado una corrida de cuatro toros del
sevillano José González Nandín, tres para Juan Belmonte y uno para el
sobresaliente, Rafael Toboso. El reconocimiento de las reses corrió a cargo de
los veterinarios locales Raimundo Moreno Castro y José Aggeo Sánchez García
mientras el perito municipal Enrique Guerrero Carmona hacía lo propio con la
plaza y la enfermería.
La crónica del festejo está
disponible en diversas cabeceras de la prensa histórica. Hemos elegido la que
proporciona El Cronista del Valle,
también nosotros mostramos querencia:
“Durante el día de ayer
entraron en la población una enorme cantidad de forasteros, de los pueblos próximos,
de los centros mineros y muchos de Córdoba.
El tren correo trajo más de
800 personas ocupando 15 coches, furgones, topes y hasta las dos máquinas que
lo conducían. A más, dos trenes especiales llegaron con más de 1000 personas.
A las cuatro y media da
principio la corrida estando completamente llena la plaza, sin haber un pequeño
hueco tanto en sol como en sombra, en número de 6000 personas. Los palcos se
hallaban ocupados por numerosas señoras y bellísimas señoritas de nuestra
aristocracia, elegantemente ataviadas con mantillas y mantones de Manila. El
cielo anubarrado, frío y amenazando lluvia. Ocupa la presidencia el alcalde Sr.
Dueñas Rojas acompañado del capitán de la Guardia Civil de este puesto y de
varios concejales.
JOSELITO Y BELMONTE
Hecho el paseo, sale el primer toro, de nombre Pasajero, con el nº 18 en el
costillar derecho, negro, de muchas carnes y provisto de buenas agujas. Los
montados pierden cuatro caballos para el arrastre. Belmonte, después de saludar
a la presidencia, se dirige al astado y tras dos pases superiores de rodillas y
otros naturales da dos pinchazos en su sitio, otro algo fuera y una media
estocada atravesada que basta (palmas tibias a las faenas de muleta).
El segundo toro, Alcucillo,
berrendo en negro, capirote y botinero, blanquinegro, con el nº 69, con menos
carnes que el anterior, de largos pitones y algo mansurrón. Belmonte lo lancea
superiorísamente; con la muleta da varios pases de pecho y molinete y uno
colosal de rodillas, acariciando el testuz del animal, acaba con él de una
media estocada que le hace rodar en la arena (Clamorosa ovación, vuelta al
ruedo y concesión de orejas y rabo).
El tercero, Rebollo, negro meano, con el nº 67, largo de astas, bravucho,
más pequeño que los anteriores, con una pequeña opacidad en el ojo izquierdo,
se distingue una vara buena de un picador; los banderilleros ponen tres pares
en regla. Belmonte brinda al tendido de sol y le da varios pases
archisuperiores, metido entre los mismos cuernos del toro, y valientísimo; al entrar
a matar le propina a la res tres pinchazos en hueso, una estocada algo
atravesada, un intento de descabello y otro que mata (algunas palmas y pitos).
El cuarto y último, Manteleto, negro, nº 34, muy grande, metido en carnes y
de pitones cortos. Rafael Toboso le da varios pases buenos, rematando al
sevillano de varios pinchazos y un descabello.
En resumen: la corrida, en
su conjunto, buena, sin incidente alguno, los banderilleros superiormente, los
de González Nandín cumplieron y el público satisfecho”.
EPÍLOGO
La cuenta de gastos de los
festejos de feria refleja un importe de 442,50 pesetas, además de una
gratificación extraordinaria de 50 pesetas para los componentes de la Banda
Municipal de Música.
Para concluir este artículo
en recuerdo a la feria de hace cien años anotamos una pincelada de carácter
demográfico: durante su transcurso se produjeron cinco prometedores
nacimientos, otros tantos felices matrimonios y seis tristes defunciones. Y es
que, como expresaba hace más de quinientos años Melibea en La Celestina,cada uno cuenta la feria según le va en ella.
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