Tiene una planta rectangular, y un
amplio pasillo central a cuyos lados se sitúan las habitaciones. A cada par de
habitaciones emplazadas frontalmente a ambos lados del pasillo se les da el
nombre de “cuerpos”.
Así, las casas más frecuentes y
tradicionales suelen contar normalmente con tres cuerpos aunque existen, desde
luego, casas con mayor y menor número de estos cuerpos.
En las casas de construcción
antigua, la distribución es muy sencilla y se articula en torno al pasillo central.
A cada uno de sus lados se colocan las habitaciones, pero en la estancia
central del lado derecho se instala una amplia cocina con una enorme chimenea
de campana, aunque donde se solía cocinar, curiosamente, era en la cocinilla,
dependencia situada por lo general en el patio y detrás de la cual se hallaba
el corral con el retrete, el gallinero y la cuadra.
Sobre la planta baja se alza la
cámara, de escasa altura, sostenida por cuatro gruesos pilares interiores y
dividida su planta en trojes. Se utilizaba indistintamente como despensa o almacén de cereales. Se
accedía a la misma por una escalera interna, situada generalmente sobre la
última habitación del lado izquierdo de la planta baja según se entra en la casa.
En la fachada exterior, completamente
encalada, se sitúa la portada, formada por cuatro grandes bloques de piedra de
granito, correspondientes al dintel, las dos jambas laterales y el batiente de
aguas, que por aquí se le dice “el batior”.
A cada lado de la portada se dispone
una ventana y en la parte superior, correspondiente a la cámara, se hallan
generalmente otras tres ventanas de tamaño reducido, o una sola en casas más
pequeñas o de menor altura.
En las casas más antiguas, el
pasillo constituye una especie de vereda central, empedrada, para facilitar el
paso de animales de labranza, y se bordea el mismo con bandas laterales de
toscas baldosas.
El tejado está construido con vigas
de encina y con un entramado de espesos palotes, de madroño o caña, llamados tiguillos, sobre los que se
colocaban capas de jara y barro y
finalmente las tejas de tipo árabe.
A partir del siglo XIX, la
separación entre la planta baja y la cámara se realiza empleando bóvedas de
cuatro aristas, en el pasillo y en todas las habitaciones.
Desde los años sesenta del siglo XX,
la vivienda tradicional está experimentando una profunda transformación y
renovación, cambiando su antigua función eminentemente agrícola, modificando su
disposición para hacerla más utilitaria, mejorando sus condiciones higiénicas y
su comodidad interior.
De
un trabajo de Juan Castro García
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